miércoles, 28 de abril de 2010

Iglesia del Jubileo, Roma


En la fachada principal, presenta un campanario con cinco campanas, correspondiendo a los cinco continentes.

El interior de la iglesia es tan impresionante como espectacular es su exterior. La luz baña las paredes curvas del espacio, ofreciendo una experiencia siempre cambiante en el visitante.
Un prisma ubicado en la zona del altar utiliza fenestraciones y planos inclinados para lograr una iluminación indirecta, recordando el efecto de la iglesia de Notre Dame du Haut, de Le Corbusier, de la cual Meier se declara admirador.

En el expremo opuesto, a la entrada, se ubica el órgano, montado sobre otro prisma en el que el arquitecto descompone supercifies y aristas para generar un volumen blanco virtual y transparente, el cual pareciera estar flotando sobre la pared de mármol.














La pared opuesta a las velas es recubierta con listones de madera, lo cual otorga calidez al espacio.


El mobiliario de formas simples y abstractas, se integra al lenguaje de la iglesia. El altar, hecho en mármol travertino, hace otra vez referencia al barco.

Con esta obra, no sólo se logró incorporar un monumento más al rico patrimonio eclesial de la ciudad de Roma, si no que se revitalizó el anodido barrio de Tor Tre Teste, con más de 35,000 visitantes al año.

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